26.7.12

La epopeya de Gilgamesh


Hace poco, buscando un par de libros en una librería de mi ciudad, encontré amontonada entre novelas históricas la traducción del poema o la epopeya de Gilgamesh. Me resultó muy llamativo, porque hace unos meses me mandaron hacer un comentario sobre esa misma epopeya y pensé que lo mismo algún curioso lo disfrutaba. Os recuerdo que estamos abiertos a todo tipo de comentarios y sugerencias sobre las entradas que tanto Héctor como yo vamos haciendo. Cualquier duda o propuesta será bien recibida y si algún proyecto de historiador como nosotros quiere poner su granito de arena, tenemos el email al final de cada entrada de blog. Muchas gracias. 

He tomado la traducción que aparece en el libro “Gilgamesh, o la conquista de la inmortalidad” de Franco D’Agostino y del libro de James B. Pritchard, “La Sabiduría del Antiguo Oriente”. Éste último tenía una traducción completa del poema, entre las traducciones de otros poemas o textos literarios mesopotámicos, pero también egipcios.
“Se trata del poema épico más antiguo que haya concebido la humanidad.”[1]  Ésta es una definición que D’Agostino hace de la obra. El Poema de Gilgamesh tiene diferentes versiones, traducciones acadias, babilónicas…y hay versiones que datan  del primer milenio.
El descubridor de las tablillas fue George Smith, llevado por su interés hacia la escritura cuneiforme,  a finales del siglo XIX. Precisamente, su atención hacia una de ellas  por referirse al Diluvio fue la clave del descubrimiento. D’Agostino la describe como  “una tablilla de forma rectangular, no muy grande, rota en diagonal y de la cual se conservaba la mitad de dos columnas por cada lado (…) era absolutamente idéntica a muchísimas otras que permanecían confusamente amontonadas en las cajas (…)[2]
Lo particular era el contenido, lo referente al Diluvio universal que Smith había conseguido leer en algunas líneas, y que relacionó con el relato bíblico.
Las tablillas habían sido encontradas en la colina de Quyunjik, excavada primero por Botta sin ningún resultado, y luego por Layard, quien encontró los restos de un grandioso palacio asirio donde se encontraba la “Biblioteca de Asurbanipal”.  
La temática del poema son las andanzas de Gilgamesh (también conocido como IS.TU.BAR.), un hombre extraordinario, rey de Uruk. Sin embargo, va cambiando a lo largo de las tablillas, centrándose en aspectos determinados según la parte que sea, como la heroicidad, el miedo a la muerte, la naturaleza, o la propia relación con los dioses.

La primera tablilla, en palabras de Franco D’Agostino “(…) Comienza con una descripción de las cualidades morales y cívicas de Gilgamesh”. [3]
Se trata del rey de Uruk, presentado como un hombre extraordinario, dos tercios dios y un tercio hombre. Pero los habitantes de Uruk no soportan estar siempre en constante guerra, algo que se debe al propio carácter de Gilgamesh. Mandan plegarias y lamentos a los dioses, plegarias que son atendidas por Aruru, diosa madre, que decide crear de la arcilla (aquí se encuentra otro elemento en común con el relato bíblico) un ser salvaje, Enkidu. Resulta visto por un cazador, que aparece como vínculo entre el mundo civilizado y el mundo animal. Se deciden a “humanizar” a este ser, y la forma de hacerlo es mediante el contacto sexual con una prostituta.
En la tablilla II se narra el diálogo de Gilgamesh con su madre sobre sus sueños, y nos explica que el rey de Uruk posee el don de la premonición. También narra la llegada de la prostituta y Enkidu a la ciudad, y cómo Enkidu decide batallar con Gilgamesh, aunque hay cierto problema de interpretación respecto a las razones de ésta batalla. Finalmente, Enkidu reconoce que Gilgamesh es rey porque así lo han querido los dioses, y contra eso no hay nada que hacer.
Las tablillas III y IV muestran las hazañas de los dos hombres, ya unidos por una férrea amistad. Principalmente, se narra el viaje al Bosque de los Cedros para enfrentarse al demonio Hubaba, su guardián, al que logran matar. La magia está muy presente en toda la narración, incluso en los diferentes sueños de Gilgamesh. Hay que tener en cuenta que estos sueños, estas premoniciones, actúan de vínculo con el futuro, pero también con los dioses, pues es un don por ellos concedido. En la tablilla IV hay un encuentro entre Gilgamesh y la diosa Ishtar, diosa del amor y la guerra, cuando ella quiere hacer del rey de Uruk su amante, siendo rechazada de forma insultante. Llaman la atención los insultos que Gilgamesh emplea “¡Eres una puerta poco usa[da que no detiene el viento y las corrientes!” Ataca directamente a Ishtar cuando enumera a todos sus amantes y hace ver que ninguno ha tenido feliz  final, y que ella se ha cansado pronto de su amor.
La personalidad de Ishtar es muy llamativa. Puede mostrarse arrogante y despiadada, como hace cuando Gilgamesh la insulta, pero también se muestra arrepentida ante la decisión de llevar a cabo el Diluvio universal, y como diosa de la fertilidad, debe ser magnánima con las criaturas que están bajo su cuidado. Es curioso como el propio Gilgamesh dirige, más adelante, en su viaje para ver a Uta-Napishtim, sus plegarias hacia Ishtar. En ella confluyen dos elementos muy unidos, y a la vez antagónicos: el amor y la guerra. En mitologías posteriores no se volverá a encontrar ninguna diosa que reúna estos dos elementos.
Volviendo a su venganza contra esos insultos, pide a su padre, Anu, que le dé las riendas del Toro de los Cielos, que se presentaría como una especie de sequía, para atacar a los dos héroes. Gilgamesh y Enkidu derrotan al Cielo Celeste, enfureciéndola aún más. Enki le hace recapacitar sobre su inconsciencia, ha estado a punto de destrozar Uruk sólo por su arrogancia.
La tablilla finaliza con un sueño de Enkidu, que nos pone en contacto directo con los dioses y una especie de asamblea que están celebrando. Se determina en este consejo que los dos semi-dioses deben ser castigados por la muerte de Hubaba y del Toro Celeste. Shamash es el único que sale en defensa del rey de Uruk, puesto que cada habitante tiene una relación personal con un dios determinado, y él es el dios personal de Gilgamesh. El dios Anu sentencia la muerte de Enkidu como castigo. Shamash se muestra como un dios benevolente en todo momento.
Finalmente, Enkidu muere, para dolor de Gilgamesh.
En la tablilla X hay una profunda reflexión sobre la vida, la muerte…El rey de Uruk se encuentra aterrado por llegar a un final como el de Enkidu. Llevado por ese miedo, decide viajar a pedir consejo a Uta-Napishtim, “para que le explique cómo consiguió evitar la muerte y obtener la vida eterna” [4]
En las tablillas siguientes se narran sus aventuras hasta llegar a él. Hombres-escorpión, tinieblas…es llamativo su encuentro con Siduri, y el consejo, que sirve también para nuestros días, que la tabernera le da: que se deje de búsquedas y disfrute la vida como tal “¡Diviértete día y noche / haz fiesta todos los días”[5]
La tablilla XI trata el tema que tanto llamó la atención de George Smith y los orientalistas en general: el Diluvio universal. Las causas de la decisión de los dioses se ignoran. El dios Enki/Ea avisa a Uta-Napishtim para pueda salvarse y salvar a los suyos (como en el relato bíblico haría Dios hacia Noé), así no se aniquile a toda la especie humana. Uta-Napishtim construye una nave y sube a ella con todas sus posesiones, sus familiares, pero también con los artesanos que le han ayudado en la construcción de la nave, pero también incluye a los animales de la estepa. El Diluvio fue devastador. Hay un enfrentamiento entre Enki/Ea y Enlil, cuando los dioses descubren que la especie humana no ha desaparecido. Finalmente, arrepentidos, le hacen entrar en razón a Enlil, que decide otorgar la condición de dioses a Uta-Napishtim y a su esposa.
Gilgamesh entiende que solo con un cataclismo similar podría obtener la inmortalidad, y que aquello nunca volvería a ocurrir. Sin embargo, la esposa de Uta-Napishtim se apiada del largo viaje del rey de Uruk y convence a su esposo para que le desvele el secreto de los dioses: una planta que si se come otorga el rejuvenecimiento. Desgraciadamente, una serpiente se come la planta, y a él le queda volver a Uruk resignado con su mortalidad.


Este relato, tan complejo, compilado por Sin-leqi-unninni, que se encargó de darle forma, tuvo una base real. Según La lista real sumeria, Gilgamesh existió como rey de Uruk y se reconoce su origen semidivino. Ésta ciudad, al igual que Kish, está en un contacto especial con los dioses, en relación con héroes tanto para sumerios como babilónicos.
Lo verdaderamente especial del poema es que no tiene ningún antecedente, al igual que ocurre con la mitología y otros relatos de la época. Su influencia es muy importante en culturas de alrededor, o que en algún momento toman contacto, añadiendo sus propias particularidades. En el relato griego, Xisuthros hace una nave más proporcionada con lo que eran las medidas aceptadas en aquella época.
Este tipo de relatos nos ayuda a entender el simbolismo, las creencias y las propias preocupaciones de distintas civilizaciones que se influenciaron mutuamente y que, sin darnos cuenta, tienen más en común con la actualidad de lo que pensamos. Es llamativo que en un videojuego el protagonista tome su nombre precisamente de este héroe, demostrando que el lazo que tenemos hoy en día con la Historia es más estrecho de lo que podemos imaginar. 


[1] D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la conquista de la inmortalidad. Página 13
[2] D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la conquista de la inmortalidad.  Página 38
[3] D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la conquista de la inmortalidad Pp. 79-78
[4] D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la conquista de la inmortalidad. Página 152
[5] D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la conquista de la inmortalidad. Página 161





Aurora González Artigao 
aur.gonzalez@estudiante.uam.es

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