1.3.12

El papel de Kruschev en la sucesión de Stalin.

 Por ahora nos hemos dedicado principalmente a cuestiones historiográficas. Pero la Historia principalmente se compone de hechos concretos, o al menos así lo entendemos por lo general,  episodios que ilustran una época o el propio mecanismo por el que funciona una sociedad determinada.
También se puede encontrar escrito como Jruschev, Jruschov, Kruschov...
El comunismo marcó el desarrollo de un mundo no muy lejano a nuestros días, y del que aún nos llegan ecos, una dinámica que estalló en octubre de 1917 en Rusia, poniendo en práctica una ideología que se presentaba como alternativa a la realidad articulada a lo largo del siglo XIX, el capitalismo. El régimen de Stalin, esa dictadura personal que llevó a la ya desaparecida Unión Soviética a convertirse en una de las potencias dominantes del siglo XX a sangre y fuego, supuso una realidad distinta al capitalismo, y el desarrollo de un germen que se había implantado en 1917, o incluso antes. Las famosas purgas de Stalin, los gulags siberianos, la propaganda y la idolatría hacia el líder...fueron mecanismos de terror utilizados de forma efectiva por un régimen que buscaba eliminar toda oposición, un totalitarismo característico de la primera mitad del siglo XX, que fuera de sus fronteras se autodefinía como el paraíso de los obreros, cuya realidad era muy diferente. El 5 de marzo de 1953, Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, más conocido como Stalin, moría tras una larga agonía en su lecho. A partir de ahí, se planteaba un enorme problema, pues todo el poder de la Unión Soviética había estado acumulado en su figura, y su muerte suponía lo que ya supuso la muerte de Lenin en 1924. No había designado ningún sucesor a su muerte, por lo que el destino de la URSS quedó en manos de una comisión colegiada, es decir, un grupo de hombres que debían decidir si se elegía un solo líder o si se actuaba en conjunto. El historiador P. Leffer, en su libro La guerra después de la guerra, explica cómo decidieron organizarse tras la pérdida de Stalin “Durante sus conversaciones en la dacha (una residencia fuera de Moscú asignada a los principales líderes del gobierno), Beria, Malenkov, Kruschev, Bulganin y otros miembros de la cúpula estalinista acordaron nombrar a Malenkov al frente del Consejo de Ministros. Beria, Molotov, Bulganin y Kaganovich serían vicepresidentes”. 


El  paso del tiempo fue decidiendo y Lavrenti Beria (foto de la izquierda), un georgiano que dirigía el servicio secreto y la policía desde 1938, fue cobrando popularidad y apoyo hasta el punto de sobresalir frente al resto de líderes. Esto ocasionó un oscuro episodio dentro de esa comisión, pues Beria fue acusado de traición y ejecutado el 23 de diciembre de ese mismo año. Los detalles de cómo finalmente Nikita Kruschev (1894-1971) fue abriéndose paso a través de los que en algún momento fueron sus “camaradas”, es complejo y no cabe en una entrada de blog, si tenéis interés, el libro de Stalin y los verdugos de Rayfield, explica el proceso ampliamente y con todo lujo de detalles. Una vez eliminada la oposición mediante la destitución de los miembros participantes en la conspiración contra Kruschev, el mandatario se dedicó a reunir apoyos y consolidar su poder como líder del Partido y dirigente principal del Gobierno. De ahí, hasta su destitución en 1964, se puso al frente de la Unión de Respúblicas Socialistas Soviéticas. Malenkov era otro de los hombres que impedía la llegada al poder a Kruschev. Stalin había confiado en él ascendiéndolo a finales de los 30 a diferentes cargos dentro del Partido a pesar de que Malenkov no tenía una formación sólida.Esta vez la ocasión perfecta se le presentó a Kruschev en 1957, cuando una conspiración contra Nikita por parte de Molotov, Kaganóvich y Malenkov (apoyados por Voroshílov y Bulganin) fracasó. Pretendían algo parecido a lo ocurrido con Beria, un juicio secreto y la condena, pero Kruschev hizo llegar a sus partidarios en avión al Kremlin, movilizando así al Comité central y evitando su derrocamiento.
Primero tuvo que apartar del poder a Malenkov, que empezaba a preocuparse por la destitución de muchos de sus protegidos y fue quién organizó el intento de derrocamiento de Kruschev en el Presídium; para luego imponerse ante Voroshílov y Káganovich.
Así Kruschev consiguió el puesto de Secretario general del Partido y Primer Ministro dejando a los conspiradores puestos como embajador ruso en Mongolia para Molotov (aunque en 1960 representó a la URSS en la Agencia para la Energía Atómica en la ONU en Viena) y similares. El mariscal Zhukov fue quien apoyó a Kruschev en contra de los conspiradores y la clave de su éxito, logrando así el puesto de Ministro de Defensa.Malenkov y Káganovich fueron destituidos y enviados lejos de Moscú, como gerentes de una fábrica de potasa y de una central eléctrica respectivamente. En 1960 Voroshílov abandonó la vida política acusado de “bonapartismo”. Tan sólo Mikoyan mantuvo su puesto durante el gobierno de Kruschev.

Es llamativo como en apenas cuatro años Kruschev ya se erige como principal líder, desbancando a sus antiguos compañeros de la comisión colegiada, y a todo aquel que supusiese un peligro para su mando, utilizando mecanismos propiamente estalinistas que, sin embargo, criticó ampliamente en el XX Congreso del PCUS, comenzando eso que muchos historiadores llaman “desestalinización”. Curiosamente, quien se encarga de la “desestalinización” tuvo un pasado como estalinista acérrimo, participando incluso con un papel importante en la represión de Ucrania (1937-1939). Pero fue el saber afrontar más tarde lo cometido como estalinista y el arrepentirse de ello lo que hizo que ganase puntos entre la población, aumentando así su popularidad. 
Kruschev fue el protagonista de uno de los momentos de mayor tensión con Estados Unidos, la Crisis de los Misiles de Cuba, en octubre de 1962, cuando parecía que el conflicto finalmente iba a estallar y desembocar en una Tercera Guerra Mundial de carácter nuclear, y que sin embargo garantizó un periodo de distensión posterior.



BIBLIOGRAFÍA. 

-Aracil R., Oliver J. y Segura A.  El Mundo Actual. “De la segunda guerra mundial a nuestros días”. Ediciones; Universitat de Barcelona, 1998.
 -Gaddis Lewis, J.. La Guerra Fría. Editorial; RBA. 2008, Barcelona.
 -P. Leffer, M. La guerra después de la guerra. “Estados Unidos, la Unión Soviética y la Guerra Fría”. Editorial: Crítica Barcelona, 2008.
 -RAYFIELD, D. Stalin y los verdugos, Santillana Ediciones Generales S.L. 2003
-PACZKOWSKI, A. El libro negro del comunismo, Ediciones Planeta S.A. 1998
-SEGBAG MONTEFIORE, S. La corte del zar rojo, Ediciones Crítica S.L 2003

Aurora González Artigao 
Universidad Autónoma de Madrid. 
aur.gonzalez@estudiante.uam.es