Ahora que estamos en vacaciones se supone que es más fácil darse a la reflexión, que tenemos más tiempo... Creo que eso es mentira, al menos durante las primeras semanas. Mi cerebro ha decidido desconectar y no quiere centrarse demasiado. Poco a poco lo he ido espabilando. Os dejo el resultado de algunas lecturas que he hecho a lo largo del curso y más recientes. Gracias a los que os paséis por aquí para leerlo.
Las crónicas medievales de los reinos
cristianos, y en menor medida las musulmanas, buscaban articular un discurso
propagandístico con una función concreta para una persona o grupo determinado,
seguramente cercano al círculo del soberano, y sobre esa intención enlazar una
serie de acontecimientos que bien podían ser ficticios. De ahí que se den
diferentes versiones de un mismo acontecimiento. Por lo general, en las
crónicas de los reinos cristianos se pueden diferenciar dos sensibilidades
diferentes:
Un fragmento de De Rebus Hispaniae de Jiménez de Rada |
· Una referente a la continuidad de la España goda (e incluso la
alabanza a un tiempo anterior a ésta, más ilustre aún) con referencias a
Celtiberia, Hispania Citerior y Ulterior, Iberia y Hesperia. Se trata de loores
a esa formación geográfica e histórica que se localiza en crónicas como De laude Spaniae de Isidoro de Sevilla,
un capítulo de Rodrigo Jiménez de Rada dedicado a la laudatio y especialmente la Crónica
General de
Alfonso X el Sabio. Todas estas obras coinciden en alabanzas a un territorio
que entienden como propio. Por otra parte, este estilo de laude Spaniae lo seguirían autores andalusíes como al-Rāzī en la
descripción de todas las bondades que ofrecía la península Ibérica.
· Una dinámica contraria pero que se complementa,
el “lamento” por la pérdida de esa Hispania bajo el poder de la invasión
islámica. Un ejemplo de los textos en los que se refleja esta sensación de pérdida es en
la crónica de 754 Continuatio Hispania
o Crónica Mozárabe, que se trata de
un verdadero lamento, considerando la perdición de esa “patria” identificada
con la propia religión cristiana. Dentro de este aspecto es necesario resaltar
los planteamientos proféticos que también se reflejan y que son la
manifestación de esa voluntad de recuperación española, como se puede ver en la Crónica Profética.
Me ha parecido especialmente llamativa la “idea
de la pérdida de España” esa serie de lamentos, una constante que se mantuvo en
la construcción identitaria peninsular hasta prácticamente nuestros días, muy
ligado a otro término, la “restauración” de España. La utilización de la Historia como caballo de
batalla ideológico no es ninguna novedad y en el caso de España se ha valido
sobradamente de estos argumentos.
La mal llamada “Reconquista”
tomó como base la idea del agravio de Don Rodrigo al conde Julián, padre de
Florinda la Cava ,
cuyo resultado fue la entrada de los musulmanes en la Península. Esto
forma parte de un género literario definido por Mª Jesús Rubiera como “leyenda
heroica” (futūhat) cuya expresión más
representativa fue la propia conquista de Hispania. El contexto en el que se construye esa
leyenda era de guerra civil entre un
sector de la aristocracia que apoya a los sucesores del difunto Vitiza, y otro
sector que apoya al rey don Rodrigo. La subida al trono de don Rodrigo
decepcionó a los herederos del gobernante anterior, Vitiza, y los llevó a
entrar en connivencia con los árabes, introduciéndolos en el reino y
abandonando al monarca en la batalla decisiva. El sector vitizano al parecer
entra de alguna manera en contacto con las fuerzas califales, que ya entre los
años 710-711 están en el norte de África, sólidamente establecidos y concluían
la conquista del Magrib central. En este contexto aparecen rasgos de las
fuentes árabes que podrían considerarse legendarios, como el famoso conde don
Julián, gobernador de la ciudad de Ceuta, que, partidario de Vitiza, pudo
favorecer de alguna manera la entrada de los musulmanes en la Península Ibérica ,
al parecer por el rapto de su hija y la historia de la cámara cerrada de
Toledo.
Esa “leyenda heroica” se compondría de dos
partes, una más propia de los cantares de gesta de formación hispano-visigodos,
que determinaría la pérdida de Hispania por culpa de una doble transgresión del
derecho por parte de Rodrigo, el rey de los godos, al llevar a cabo la
violación de Florinda la Cava ,
hija del conde Julián, y la apertura de la habitación cerrada de Toledo. El
conde Julián habría facilitado el paso a la figura heroica como tal; Tarīq.
Probablemente, esta leyenda se difundió por los colaboracionistas
hispano-visigodos, en busca de legitimación y apoyo[1],
pues no estaban de acuerdo con el ascenso de Rodrigo al trono tras la muerte de
Witiza. El Ciclo de Rodrigo es el nombre que recibe esta amplia literatura épica castellana sobre la
supuesta mala acción del rey de los godos. La segunda parte de la historia
sería propiamente árabigo-musulmana, como indica Rubiera y ésta sería la Leyenda de la mesa de Salomón, un
enfrentamiento entre el héroe, Tarīq, y el gobernador Mūsā, que intenta
apropiarse del mérito de la conquista de Hispania, cuando el propio mérito
recae sobre Tarīq. Esta construcción literaria se puede entender como un
intento de esos primeros conquistadores por legitimar su acción frente a las
tropas árabes de Mūsā, que trataron de aprovecharse del éxito inicial una vez
conquistado gran parte del territorio. Tras haber vencido a Rodrigo, Tarīq, que
además se encontraría revestido de actuaciones y elementos heroicos y
legendarios como señales proféticas en el cuerpo; intenta apoderarse de la mesa
del rey Salomón, pero el gobernador se hace con ella y sólo puede quedarse con
una pata. En el momento en el que el califa les hace llamar a Damasco, es
precisamente esa pata la que le evidencia como el auténtico conquistador de
Hispania, imponiendo su heroicidad a la codicia de Mūsā que había negado la
existencia de la mesa.
Los elementos heroicos y el posicionamiento de
los cronistas llevaron a la creación de un discurso que quedó grabado en la
identidad peninsular. La “Reconquista” se sostenía sobre la idea de
recuperación de esa España “perdida”, pero la cosa va mucho más lejos. Siete
siglos después de la llegada del Islam a la Península , el ascenso al
trono de Isabel y Fernando llevó al sentimiento de “restauración” de la
monarquía, retomando elementos dispersos que se consideraban herencia del reino
godo y que empezaron a tomar forma de una nueva identidad, especialmente a
partir de la década de 1490. La conquista de Granada toma parte de ese
sentimiento y la propaganda la presenta como una recuperación de lo que se
había perdido en el siglo VIII. Daba la sensación de que, respetando la
diversidad territorial de la
Península , estaba abierta la posibilidad de dejar atrás la
“pérdida de España”. Algo parecido ocurría un siglo después con la
incorporación de Portugal a la
Corona , ya durante el reinado de Felipe II, pues parecía
completar una unidad peninsular, que sin embargo se presentaba frágil. Es
significativo como el propio Felipe II, en los años finales de su reinado y
especialmente a partir del caso de Antonio Pérez, fue incluso identificado como
aquel don Rodrigo. Una muchacha de León llamada Lucrecia, tuvo al parecer una
serie de sueños premonitorios que auguraban el desastre, en los que el monarca
aparecía como el propio don Rodrigo, cuyo agravio a un vasallo llevó a esa
pérdida. Años después, Baltasar de Zúñiga y el que sería el conde-duque de
Olivares, llevaban también a cabo una serie de políticas destinadas a la
restauración de la monarquía, a la vuelta al orden y la pérdida de esa imagen
desprestigiada de los Austrias. Esos objetivos se presentan bien marcados en un
conjunto de escritos del conde-duque de Olivares, conocidos como el Gran Memorial.
El término “restauración” es también conocido
precisamente por una época de la España Contemporánea ,
que sostiene la idea de la pérdida de España, con otro fondo y otros elementos,
pero al fin y al cabo la misma necesidad de volver a un tiempo arrebatado. Algo
que en sí mismo es una mera construcción propagandística, pues es imposible dar
marcha atrás a la Historia.
Como conclusión me gustaría resaltar un par de
ideas. La primera, es la forma en que se retoma una y otra vez, aunque con
diferentes cuestiones, las ideas de pérdida y restauración. Incluso hoy en día,
cuando escuchamos alguno de los discursos catastrofistas de la campaña
electoral del PP, podemos leer entre líneas y recoger cierto tinte a “pérdida
de España”. Es una constante historiográfica, muy recurrida y además, muy
politizada. Se relaciona “restauración” con “unidad”, algo erróneo pues en
España esa unidad ha sido una construcción artificial que ha dado y sigue dando
problemas. La ideologización de los términos históricos lleva a fuertes
anacronismos con los que es necesario lidiar y no perder de vista. Una segunda
cuestión derivada de la primera y que es una reflexión general sobre las
identidades, es que podemos ver claramente como la cultura, la política y la
sociedad de un país no es más que un efecto de la Historia. Todas
las identidades que podemos encontrar en la actualidad, son construcciones que
se erigen sobre diferentes episodios de su propio tiempo. Cada año supone un
cambio y a su vez se dan variaciones territoriales. La Historia no son
realidades fijas, ni mucho menos estables. De ahí que no se pueda volver atrás,
restaurar una época, ni debe entenderse una conquista como una pérdida, pues no
se trata más que un cambio de realidad.
BIBLIOGRAFÍA.
SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana según los autores islamistas y
cristianos medievales, Buenos Aires, 1960.
MAÍLLO SALGADO, F. De historiografía árabe, Abada D.L,
Madrid, 2009.
CHALMETA, Pedro, Invasión e islamización la sumisión de Hispania y la formación de
al-Ándalus, Universidad de Jaén, Jaén, 2003.
FERNÁNDEZ ALBALADEJO, P. Historia de España vol. IV: La crisis de la monarquía. Ed. crítica, Barcelona, 2009.
También he utilizado apuntes de clase de Historia Moderna de España e incluso algo de Historia Medieval y de Historia Contemporánea.
[1] Volviendo al uso esencial de la
narrativa o la lírica historicista, desde un primer momento de manera
propagandística.
Aurora González Artigao
estudiante del grado de Historia, Universidad Autónoma de Madrid
aur.gonzalez@estudiante.uam.es
Cómo no me va a gustar la entrada, si he visto ahí mis lecturas y mis apuntes de Al-Andalus y Medieval II... jaja
ResponderEliminarUn saludo a los dos!!