Hace poco, buscando un par de libros en una librería de mi ciudad, encontré amontonada entre novelas históricas la traducción del poema o la epopeya de Gilgamesh. Me resultó muy llamativo, porque hace unos meses me mandaron hacer un comentario sobre esa misma epopeya y pensé que lo mismo algún curioso lo disfrutaba. Os recuerdo que estamos abiertos a todo tipo de comentarios y sugerencias sobre las entradas que tanto Héctor como yo vamos haciendo. Cualquier duda o propuesta será bien recibida y si algún proyecto de historiador como nosotros quiere poner su granito de arena, tenemos el email al final de cada entrada de blog. Muchas gracias.
He
tomado la traducción que aparece en el libro “Gilgamesh, o la conquista de la
inmortalidad” de Franco D’Agostino y del libro de James B. Pritchard, “La
Sabiduría del Antiguo Oriente”. Éste último tenía una traducción completa del
poema, entre las traducciones de otros poemas o textos literarios
mesopotámicos, pero también egipcios.
“Se trata del poema épico más
antiguo que haya concebido la humanidad.”[1]
Ésta es una definición que D’Agostino hace de la
obra. El Poema de Gilgamesh tiene
diferentes versiones, traducciones acadias, babilónicas…y hay versiones que
datan del primer milenio.
El
descubridor de las tablillas fue George Smith, llevado por su interés hacia la
escritura cuneiforme, a finales del
siglo XIX. Precisamente, su atención hacia una de ellas por referirse al Diluvio fue la clave del
descubrimiento. D’Agostino la describe como
“una tablilla de forma
rectangular, no muy grande, rota en diagonal y de la cual se conservaba la
mitad de dos columnas por cada lado (…) era absolutamente idéntica a muchísimas
otras que permanecían confusamente amontonadas en las cajas (…)[2]
Lo
particular era el contenido, lo referente al Diluvio universal que Smith había
conseguido leer en algunas líneas, y que relacionó con el relato bíblico.
Las
tablillas habían sido encontradas en la colina de Quyunjik, excavada primero
por Botta sin ningún resultado, y luego por Layard, quien encontró los restos
de un grandioso palacio asirio donde se encontraba la “Biblioteca de
Asurbanipal”.
La
temática del poema son las andanzas de Gilgamesh (también conocido como
IS.TU.BAR.), un hombre extraordinario, rey de Uruk. Sin embargo, va cambiando a
lo largo de las tablillas, centrándose en aspectos determinados según la parte
que sea, como la heroicidad, el miedo a la muerte, la naturaleza, o la propia
relación con los dioses.
La
primera tablilla, en palabras de Franco D’Agostino “(…) Comienza con una descripción de las cualidades morales y cívicas de
Gilgamesh”. [3]
Se
trata del rey de Uruk, presentado como un hombre extraordinario, dos tercios
dios y un tercio hombre. Pero los habitantes de Uruk no soportan estar siempre
en constante guerra, algo que se debe al propio carácter de Gilgamesh. Mandan
plegarias y lamentos a los dioses, plegarias que son atendidas por Aruru, diosa
madre, que decide crear de la arcilla (aquí se encuentra otro elemento en común
con el relato bíblico) un ser salvaje, Enkidu. Resulta visto por un cazador,
que aparece como vínculo entre el mundo civilizado y el mundo animal. Se
deciden a “humanizar” a este ser, y la forma de hacerlo es mediante el contacto
sexual con una prostituta.
En
la tablilla II se narra el diálogo de Gilgamesh con su madre sobre sus sueños,
y nos explica que el rey de Uruk posee el don de la premonición. También narra
la llegada de la prostituta y Enkidu a la ciudad, y cómo Enkidu decide batallar
con Gilgamesh, aunque hay cierto problema de interpretación respecto a las
razones de ésta batalla. Finalmente, Enkidu reconoce que Gilgamesh es rey
porque así lo han querido los dioses, y contra eso no hay nada que hacer.
Las
tablillas III y IV muestran las hazañas de los dos hombres, ya unidos por una
férrea amistad. Principalmente, se narra el viaje al Bosque de los Cedros para
enfrentarse al demonio Hubaba, su guardián, al que logran matar. La magia está
muy presente en toda la narración, incluso en los diferentes sueños de
Gilgamesh. Hay que tener en cuenta que estos sueños, estas premoniciones, actúan
de vínculo con el futuro, pero también con los dioses, pues es un don por ellos
concedido. En la tablilla IV hay un encuentro entre Gilgamesh y la diosa
Ishtar, diosa del amor y la guerra, cuando ella quiere hacer del rey de Uruk su
amante, siendo rechazada de forma insultante. Llaman la atención los insultos
que Gilgamesh emplea “¡Eres una puerta
poco usa[da que no detiene el viento y las corrientes!” Ataca directamente
a Ishtar cuando enumera a todos sus amantes y hace ver que ninguno ha tenido
feliz final, y que ella se ha cansado
pronto de su amor.
La
personalidad de Ishtar es muy llamativa. Puede mostrarse arrogante y
despiadada, como hace cuando Gilgamesh la insulta, pero también se muestra
arrepentida ante la decisión de llevar a cabo el Diluvio universal, y como
diosa de la fertilidad, debe ser magnánima con las criaturas que están bajo su
cuidado. Es curioso como el propio Gilgamesh dirige, más adelante, en su viaje
para ver a Uta-Napishtim, sus plegarias hacia Ishtar. En ella confluyen dos elementos
muy unidos, y a la vez antagónicos: el amor y la guerra. En mitologías
posteriores no se volverá a encontrar ninguna diosa que reúna estos dos
elementos.
Volviendo
a su venganza contra esos insultos, pide a su padre, Anu, que le dé las riendas
del Toro de los Cielos, que se presentaría como una especie de sequía, para
atacar a los dos héroes. Gilgamesh y Enkidu derrotan al Cielo Celeste,
enfureciéndola aún más. Enki le hace recapacitar sobre su inconsciencia, ha
estado a punto de destrozar Uruk sólo por su arrogancia.
La
tablilla finaliza con un sueño de Enkidu, que nos pone en contacto directo con
los dioses y una especie de asamblea que están celebrando. Se determina en este
consejo que los dos semi-dioses deben ser castigados por la muerte de Hubaba y
del Toro Celeste. Shamash es el único que sale en defensa del rey de Uruk,
puesto que cada habitante tiene una relación personal con un dios determinado,
y él es el dios personal de Gilgamesh. El dios Anu sentencia la muerte de
Enkidu como castigo. Shamash se muestra como un dios benevolente en todo
momento.
Finalmente,
Enkidu muere, para dolor de Gilgamesh.
En
la tablilla X hay una profunda reflexión sobre la vida, la muerte…El rey de
Uruk se encuentra aterrado por llegar a un final como el de Enkidu. Llevado por
ese miedo, decide viajar a pedir consejo a Uta-Napishtim, “para que le explique cómo consiguió evitar la muerte y obtener la vida
eterna” [4]
En
las tablillas siguientes se narran sus aventuras hasta llegar a él.
Hombres-escorpión, tinieblas…es llamativo su encuentro con Siduri, y el
consejo, que sirve también para nuestros días, que la tabernera le da: que se
deje de búsquedas y disfrute la vida como tal “¡Diviértete día y noche / haz fiesta todos los días”[5]
La
tablilla XI trata el tema que tanto llamó la atención de George Smith y los
orientalistas en general: el Diluvio universal. Las causas de la decisión de
los dioses se ignoran. El dios Enki/Ea avisa a Uta-Napishtim para pueda
salvarse y salvar a los suyos (como en el relato bíblico haría Dios hacia Noé),
así no se aniquile a toda la especie humana. Uta-Napishtim construye una nave y
sube a ella con todas sus posesiones, sus familiares, pero también con los
artesanos que le han ayudado en la construcción de la nave, pero también
incluye a los animales de la estepa. El Diluvio fue devastador. Hay un
enfrentamiento entre Enki/Ea y Enlil, cuando los dioses descubren que la
especie humana no ha desaparecido. Finalmente, arrepentidos, le hacen entrar en
razón a Enlil, que decide otorgar la condición de dioses a Uta-Napishtim y a su
esposa.
Gilgamesh
entiende que solo con un cataclismo similar podría obtener la inmortalidad, y
que aquello nunca volvería a ocurrir. Sin embargo, la esposa de Uta-Napishtim
se apiada del largo viaje del rey de Uruk y convence a su esposo para que le
desvele el secreto de los dioses: una planta que si se come otorga el
rejuvenecimiento. Desgraciadamente, una serpiente se come la planta, y a él le
queda volver a Uruk resignado con su mortalidad.
Este
relato, tan complejo, compilado por Sin-leqi-unninni, que se encargó de darle
forma, tuvo una base real. Según La lista
real sumeria, Gilgamesh existió como rey de Uruk y se reconoce su origen
semidivino. Ésta ciudad, al igual que Kish, está en un contacto especial con
los dioses, en relación con héroes tanto para sumerios como babilónicos.
Lo
verdaderamente especial del poema es que no tiene ningún antecedente, al igual
que ocurre con la mitología y otros relatos de la época. Su influencia es muy
importante en culturas de alrededor, o que en algún momento toman contacto,
añadiendo sus propias particularidades. En el relato griego, Xisuthros hace una
nave más proporcionada con lo que eran las medidas aceptadas en aquella época.
Este
tipo de relatos nos ayuda a entender el simbolismo, las creencias y las propias
preocupaciones de distintas civilizaciones que se influenciaron mutuamente y
que, sin darnos cuenta, tienen más en común con la actualidad de lo que
pensamos. Es llamativo que en un videojuego el protagonista tome su nombre precisamente de este héroe, demostrando que el lazo que tenemos hoy en día con la Historia es más estrecho de lo que podemos imaginar.
[1]
D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la
conquista de la inmortalidad. Página 13
[2]
D’AGOSTINO, Franco, Gilgamesh, o la
conquista de la inmortalidad. Página
38
[3] D’AGOSTINO,
Franco, Gilgamesh, o la conquista de la
inmortalidad Pp. 79-78
[4] D’AGOSTINO,
Franco, Gilgamesh, o la conquista de la
inmortalidad. Página 152
[5] D’AGOSTINO,
Franco, Gilgamesh, o la conquista de la
inmortalidad. Página 161
Aurora González Artigao
aur.gonzalez@estudiante.uam.es